viernes, 22 de febrero de 2013

“Su voz es suave, y los dos nos quedamos pegados al teléfono como adolescentes, sin querer colgar.

-Cuelga tú -Le susurro.


Por fin, noto que sonríe.


-No, cuelga tú.


Ahora sé que está sonriendo.


-No quiero.


-Yo tampoco.”

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