“No me dejes — susurra
— Oh, por el amor de Dios ¡no! ¡No me voy a ir! — grito y es catártico. Ya, lo dije. Y no me voy a ir.
— ¿De verdad? — Sus ojos muy abiertos
— ¿Qué puedo hacer para hacerte entender que no me voy a ir? ¿Qué puedo decir?
Él me mira, revelando su miedo y angustia otra vez. Traga.
— Hay una cosa que puedes hacer.
— ¿Qué? — estallo.
— Cásate conmigo — susurra.”
(CINCUENTA SOMBRAS MÁS OSCURAS)
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